Foto de Defensoría del Pueblo Perú
Pese a las dificultades que representa la educación a
distancia para los sectores con más bajos recursos, dos maestras peruanas se
las ingenian para cumplir con su labor durante la cuarentena: una de ellas,
camina cinco horas para encontrar a su alumno que carece de internet; la otra,
recarga el saldo de sus estudiantes para que accedan a sus clases virtuales.
Ivet Mendoza, profesora de sexto año de primaria en
una escuela rural ubicada en la región de Áncash (Perú), al notar que uno de
sus alumnos, Steven, no se conectaba hace varios días a sus clases virtuales,
se preocupó. Ella decidió buscarlo, preguntar por él en cada chacra del pueblo,
durante cinco horas, hasta encontrarlo y darle clases personalmente. En el
poblado donde el niño vive no cuentan con fluido eléctrico, lo cual
imposibilita, que él y algunos de sus compañeros accedan a las clases online. Asimismo, la maestra se comprometió
con sus alumnos a visitarlos constantemente para que no se retrasen en los
cursos.
En la capital peruana, Elizabeth Martínez experimentó
una situación similar, pues sus alumnos de primer y segundo año de secundaria,
tampoco se conectaban con frecuencia a las clases virtuales. Entonces ella
decidió llamarlos y preguntarles por su situación, por lo cual la mayoría
confesó que sus familias no contaban con los recursos para pagar por datos
móviles, además de que algunos padres de ellos estaban enfermos de COVID-19,
por lo que se encuentran aislados en casa de familiares donde no hay
computadoras ni internet. Esto motivó a la profesora de matemáticas a
recargarles, con saldo, los teléfonos a cada uno, a pesar de que ella no cuenta
con mucho dinero.
Debido a la pandemia,
el Ministerio de Educación suspendió indefinidamente la educación presencial
del grado escolar y superior, y promovió el contenido educacional con el programa ‘Aprendo en
Casa’, transmitido por televisión, radio e internet. Sin embargo, según el
Instituto Nacional de Estadística e Informática de Perú (INEI), en 2016, 450
millones de hogares no contaban con acceso a electricidad, siendo el 85% del
sector rural. En 2018, hubo una mejora: el 80% de estos hogares, ya cuentan con
energía eléctrica. A pesar de esto, aún persisten problemas de conectividad y
falta de recursos para costear el servicio, lo cual repercute negativamente el
aprendizaje de los estudiantes con familias de bajos recursos, que
evidentemente tampoco cuentan con televisores para ver las clases o con radios
para escucharlas.
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